Un país acodado frente al Atlántico
Con la vista puesta en el infinito horizonte, Portugal cuenta con una ventaja indiscutible: ¡una de las costas más bellas de todo Europa! Desde el salvaje litoral de la Costa Verde a los vertiginosos acantilados del Algarve, la costa portuguesa hace las delicias de bañistas, surfistas y paseantes. La costa portuguesa, salpicada de solitarias playas en pueblos de pescadores, se recorre al ritmo de las mareas, aspirando los embriagadores aromas que nos asaltan: efluvios de olivo y romero, el rico aroma de las sardinas a la brasa y de los buñuelos de bacalhau… El ronroneo del motor nos acompaña hasta Faro y las lagunas de Ria Formosa, Ericeira, famosa por sus olas para hacer surf, Porto Covo con sus calas y cuevas escondidas… Todo aquí invita a desconectar, una desconexión que siempre es bienvenida y que sabe aún mejor en primavera u otoño.
La quietud del interior
Lejos del bullicio de la costa, el interior de Portugal es de una belleza genuina y auténtica. Los bosques y los alcornoques del Alentejo, las montañas nevadas de la Serra da Estrela, los viñedos en terrazas del valle del Douro… Tantas facetas y a tan corta distancia unas de otras ¡esa es una de las muchas agradables sorpresas que nos reserva un viaje en coche por Portugal.
Según avanza el viaje, las carreteras se van haciendo más sinuosas o panorámicas y van apareciendo pueblitos que invitan a parar a contemplar sus tesoros: como la ciudadela de Marvão, encaramada en lo alto cual nido de águilas, las blancas callejuelas de Monsaraz, las casas en terrazas de Piódão … Aldeas dormidas, olvidadas del mundo, que despiertan para las fiestas patronales o romarias… y los partidos de futebol, ¡una de las grandes pasiones de los portugueses!
Escalas urbanas
Entre aventura y aventura por las carreteras portuguesas, hacemos una parada en los centros neurálgicos del país. A los amantes de la historia les encantará recorrer los patios moriscos de Évora o la universidad de Coimbra, una de las más antiguas del mundo. En Lisboa, una de las capitales europeas más atractivas, no podemos dejar de probar los deliciosos pastéis de nata junto a la torre de Belém o dejarnos llevar por la melancolía de un fado en el barrio de Alfama. En Oporto, el centro económico y cultural del Norte, es imprescindible probar el vinho verde y el vino de oporto en una de sus bodegas, antes de pasar la noche en alguna de las muchas pousadas llena de encanto que hay en la zona. ¡La desconexión está garantizada!
