Bernardo de Claraval -de ahí el nombre de Chiaravalle- fundó en 1135 esta abadía, dominada por un elegante campanario poligonal, que marcó el inicio del estilo gótico en Italia. El interior es famoso por sus frescos de finales del s. XVI, obra de los Fiammeghini, los hermanos Giovanni Mauro y Giovanni Battista Della Rovere. Destacar también la magnífica sillería barroca del coro que realizó Carlo Garavaglia en 1645. El claustro tiene muchísimo encanto.