Construida por Henri Espérandieu a mediados del s. XIX en el punto más elevado de la ciudad (154 m), esta basílica de estilo románico-bizantino ofrece una incomparable vista de todo Marsella. El campanario de 60 m de altura está presidido por la emblemática imagen dorada de la "Buena Madre" (Bonne Mère). En su interior pueden verse numerosos exvotos que hacen alusión a marineros, enfermedades, guerras e incluso a los Juegos Olímpicos de Marsella. La Mater dolorosa de mármol que se encuentra en la cripta es obra de Carpeaux.