Esta encantadora iglesia debe su nombre en turco de "pequeña Santa Sofía" a su parecido con Santa Sofía. La iglesia de San Sergio y San Baco, comenzada por Justiniano en 527, llegó a ser uno de los santuarios más importantes del ámbito bizantino antes de ser convertida en mezquita en el s. XVI. El lugar se caracteriza por su arquitectura, reveladora de una época pródiga en innovaciones: su planta irregular consiste en un octágono rematado por una bóveda de dieciséis compartimientos e inscrito en un cuadrilátero que sirve de deambulatorio.