Recupera un molino que emana autenticidad, con las paredes en piedra y a orillas de la garganta de Alardos. Aquí, en un entorno natural que es todo un tributo al sosiego, se presenta con una buena zona de bar a la entrada (dotada de chimenea y unas curiosas mesas que reutilizan las antiguas muelas de moler) así como un sencillo comedor, ambos espacios de cálida rusticidad. ¿La oferta? Solo sirven un menú degustación sorpresa, de tinte actual pero con claras bases tradicionales y una apuesta, sin complejos, por las verduras frescas de la zona. ¡Tienen vinos naturales de pequeños productores!