Un negocio con solera e innumerables fieles, sobre todo locales, que afronta una nueva etapa con el cambio de local, ahora mucho más grande, céntrico, confortable... y a escasos metros de las playas, tanto la del Orzán como la de Riazor. Tras la cuidada fachada, con una gran cristalera que baña de luz el moderno comedor, la omnipresente figura de Alberto, el propietario, sigue al frente de todo con la clara premisa de mimar a sus clientes. ¿La oferta? Una cocina tradicional actualizada con platos cada vez más modernos; eso sí, siempre con raciones generosas y en base a productos de calidad.