Este enorme castillo de arenisca (1914), que cuenta con 98 suntuosas habitaciones, fue la residencia del industrial Henry Pellatt. Éste amasó una verdadera fortuna explotando la energía hidroeléctrica de las cataratas del Niágara, pero sus excesos acabaron arruinándolo y Casa Loma acabó pasando a manos de la municipalidad de Toronto por no pagar los impuestos. Mantenido desde 1937 por el Club Kiwanis, esta mansión medieval se ha convertido en toda una atracción turística. El castillo está flanqueado por dos torres que brindan una magnífica vista panorámica de la ciudad. Posee 21 chimeneas, un vestíbulo central (22 m de alto), un invernadero con suelo de mármol, un salón completamente revestido con madera de roble, una biblioteca (10.000 volúmenes), varios pasadizos secretos y un túnel (244 m) que lleva a las caballerizas y a la cochera. No se pierda la habitación redonda de estilo Luis XV, el salón Windsor y los aposentos de Lady Pellatt. Destacar también la piscina interior (inacabada), el ascensor, 52 teléfonos y otros elementos extremadamente lujosos por aquella época.