En los años 1920, la lección aprendida de la I Guerra Mundial lleva a Francia a dotar su flanco oriental con una "muralla" infranqueable. El proyecto, que en principio debía ir del mar del Norte hasta el Mediterráneo, dejaría la frontera belga sin protección. Durante los combates de 1940 esta "coraza" no sirvió para mucho. Salida prácticamente indemne de la guerra, hoy ofrece al visitante un buen ramillete de fortificaciones contemporáneas como, por ejemplo, los fuertes de Guentrange, Hackenberg y Simserhof.