La fachada del palacio del Rey Don Pedro guarda cierto parecido con el patio del Cuarto Dorado de la Alhambra: un amplio voladizo de madera tallada cobija una decoración compuesta por sebkas, gráciles arcos ciegos polilobulados y un gran friso epigráfico. El palacio está organizado alrededor del patio de las Doncellas, que constituía el núcleo de la vida oficial, y del coqueto patio de las Muñecas, reservado al ámbito privado. Aunque sin duda lo más espectacular es el salón de los Embajadores y su impresionante cúpula de cedro del s. XV.