La majestuosa cueva de Hwaseongul esconde a lo largo de un recorrido escalonado de casi 2 km magníficas concreciones que hacen pensar en animales fantásticos. La mayor de sus salas (100x30 m) recuerda a una catedral, aunque la de Daegeumgul -más estrecha y menos imponente que su vecina- no deja de ser espectacular con sus cascadas, sus enormes estalagmitas y sus múltiples tonalidades (visita solo previa concertación). A la puesta en escena no le vendría mal un poco de sencillez.