En un magnífico enclave en lo alto de la colina de Santa Bàrbara se alza este antiguo monasterio fundado en el s. XII por Alfonso I. En 1910, tras diversas vicisitudes, Eduardo Todà i Güell consiguió llevar a término las importantes obras de restauración que le confirieron su aspecto actual. Del conjunto destaca la iglesia (ss. XIII y XIV). Una de las galerías del antiguo claustro, transformada en mirador, brinda amplias vistas de la Costa Daurada, especialmente bella en primavera.