Construido en 1240 por el visir Emir Celaleddin Karatay, este caravasar olvidado tiene mucho encanto. Aunque totalmente restaurado en los años 1960, el edificio recibe muy pocas visitas y desprende una gran quietud que invita a la meditación. Al igual que en Sultán Hani, unas magníficas torrecillas enmarcan la portada. Están magníficamente labradas a semejanza de la decoración de mocárabes del frontón. Antes de irse, échele un vistazo al pueblo: parece que el tiempo no ha pasado por allí.